Los textos que se editan en este blog desvelan el fundamento histórico de diversas leyendas y relatos que pueden encontrarse en las fuentes clásicas grecorromanas. Como autor que investiga estas relaciones entre la mitología y la historia, he sido colaborador de la revista HISTORIA-16 entre los años 2001 y 2007 y he publicado, hasta el momento, los siguientes libros:
"La Guerra de Troya: más allá de la leyenda". Ed. Oberón (Grupo Anaya), 2005.
"La Guerre de Troie: au-delà de la légende" (trad. al francés). Ed. Ithaque, 2008.
"Los Hijos de Breogan: historia y leyenda de los pueblos célticos". Ed. Cultivalibros, 2012.

lunes, 7 de octubre de 2013

LAS TRIBUS HELÉNICAS

Los griegos o helenos eran un pueblo de origen indoeuropeo que estaba dividido en cuatro grandes tribus o estirpes: los eolios, los jonios, los aqueos y los dorios. De acuerdo con la tradición mítica, un patriarca llamado Heleno tuvo tres hijos llamados Eolo, Juto y Doro; y Juto fue a su vez padre de Ión y Aqueo. Estos cuatro descendientes de Heleno (Eolo, Doro, Ión y Aqueo) habrían sido los progenitores de las cuatro tribus helénicas. Los atenienses, por ejemplo, eran de estirpe jonia, mientras que los espartanos eran de origen dorio. Existe otra versión del mito según la cual Heleno sólo tuvo dos hijos, que fueron Eolo y Juto, y Juto engendró a Aqueo y Doro con su esposa Creúsa. De acuerdo con esta segunda versión, Ión habría nacido de la unión del dios Apolo con Creúsa, y por ello sería el hermanastro de Aqueo y Doro.

Ahora bien, Heleno era hijo o nieto de Prometeo, héroe mitológico que fue considerado por los griegos el primer hombre y que tenía su morada en el Cáucaso. El poeta Hesíodo indicaba, además, que Prometeo era hijo del titán llamado Japeto, y es interesante comprobar que el nombre de Japeto se asemeja mucho al de Jafet, el cual procede de la tradición bíblica hebrea y corresponde a un hijo de Noé que habría sido el patriarca de todos los pueblos europeos, incluidos los griegos. Uno de los hijos de Jafet era Javán (o Iavan), quien es el mismo personaje que Ión, progenitor de los griegos jonios en la mitología helénica, si bien los hebreos llamaban a todos los griegos “hijos de Javán”, aunque fuesen miembros de otra tribu.

No obstante, las leyendas helénicas también recuerdan otros pueblos asentados en Grecia cuyo origen era más antiguo que el de las cuatro tribus indoeuropeas citadas. Estos pueblos eran los pelasgos y los léleges, descendientes de los patriarcas llamados Pelasgo y Lélege, los cuales habían nacido de la tierra en la propia Grecia (el primero de ellos en la región de Arcadia, y el segundo en Laconia). Los léleges estaban muy emparentados étnicamente con los llamados carios, pobladores de las islas Cíclades, y también se les puede relacionar con los cretenses, aunque éstos descendían supuestamente de Cres, otro héroe mítico que igualmente había nacido de la tierra.

Por las inscripciones de lengua pelasga halladas en la isla egea de Lemnos, y las tablillas escritas en lengua cretense durante la Edad de Bronce, se sabe que estos antiguos pueblos del Egeo no hablaban lenguas indoeuropeas, y esto los diferencia claramente de las tribus helénicas. Se puede atribuir a los pelasgos del norte de Grecia el desarrollo de la cultura de Dímini, que data de 3000 a C, y a los carios o léleges el desarrollo de la cultura cicládica, que floreció durante el III milenio a C.

Los datos arqueológicos nos muestran que los helenos emigraron a Grecia desde los Balcanes, situados más al norte, entre finales del III milenio a C y principios del II milenio a C. En esa época fueron destruidas las ciudades de Lerna, en Argólide, y Eutresis en Beocia, lo que permite suponer que su migración no fue pacífica. Los recién llegados introdujeron en Grecia nuevas formas de enterramiento como las tumbas de cista y los túmulos, la llamada cerámica minia y las casas en forma de ábside, elementos culturales que procedían de los Balcanes. La población indoeuropea, que tenía su origen en la zona del sur de Rusia, junto al Cáucaso, se había extendido por el valle del Danubio y los Balcanes durante el III milenio a C y no comenzó su penetración en Grecia hasta el 2300 o el 2200 a C. Lo más probable es que se produjeran varias oleadas de inmigrantes indoeuropeos, a lo largo de 500 años, las cuales dieron origen a las cuatro grandes tribus helénicas. Éstas obtuvieron finalmente el dominio de Grecia, que antes había pertenecido a las tribus prehelénicas de los pelasgos y los léleges, alrededor de 1800 a C. La tierra de los atenienses, por ejemplo, había estado poblada por los pelasgos hasta el momento en que llegaron los jonios y se mezclaron con sus antiguos habitantes, imponiéndoles una lengua griega. En Mesenia, otra región de Grecia situada en el suroeste del Peloponeso, los pobladores prehelénicos eran léleges, pero este territorio fue después ocupado por una mezcla de eolios y aqueos, y a finales de la Edad de Bronce fue nuevamente invadido por los dorios, de acuerdo con los relatos de la tradición griega.

El nombre de los helenos se puede traducir como “brillantes” o “ilustres”, ya que contiene la raíz hel- que también podemos encontrar en la palabra Helios, denominación griega del sol. Esta raíz lingüística, de origen indoeuropeo, admite asimismo la forma sel- que aparece en el nombre de Selene, aplicado por los griegos a la luna, o en el mismo término latino “sol”. Las denominaciones de griegos y Grecia fueron utilizadas principalmente por los romanos en base al nombre de una pequeña tribu helénica, los graii o graikoi (graeci en latín), que vivía en una zona del Epiro próxima a Italia. Según Hesíodo, el progenitor de esta tribu era hijo de Zeus y Pandora, la hermana de Heleno. Así y todo, los griegos de la época clásica se llamaban helenos a sí mismos y a su país lo denominaron Hellas o Hélade.

En cuanto a los eolios o aioles, que constituyen la primera de las tribus helénicas, su nombre puede estar relacionado con el de Ea o Aia, un lugar situado en la región de Cólquide, muy próxima al Cáucaso. De este modo los eolios serían el pueblo de Ea, la tierra ancestral de las tribus indoeuropeas que ocuparon Grecia en la Edad de Bronce. De hecho, el término griego aia significa “tierra”. Entre los pueblos eolios de Grecia podemos citar a los tesalios, a los beocios y a los minias de la ciudad de Orcómeno. Debido a la actividad comercial que desarrollaron los eolios y otros pueblos helénicos en el Mediterráneo central, entre los siglos XVI y XII a C, las pequeñas islas situadas al norte de Sicilia fueron denominadas Eolias. Entre ellas se encontraba la isla de Eolo, el patriarca mítico de los eolios que llegó a ser venerado como un dios de los vientos por los navegantes griegos.

Por su parte, los jonios o iaones creían descender de Ión, nieto de Heleno, cuyo nombre es el participio presente del verbo einai, que significa “ir”, “caminar” o “viajar”. Así pues, los jonios serían los “viajeros” o los “errantes”, una denominación que resulta bastante apropiada para los antepasados nómadas de esta tribu indoeuropea. Como es sabido, los científicos aplican a ciertas partículas en movimiento la denominación de “iones”, cuya etimología es la misma que la del nombre griego de los jonios. Los jonios ocuparon principalmente las regiones de Ática y Eubea, y dieron su nombre al mar Jónico. En el siglo IX a C un grupo de colonos eubeos establecieron una factoría comercial en la costa de Siria, y ésta es seguramente la causa de que los hebreos se refiriesen generalmente a los griegos como “hijos de Javán” o jonios. En las tablillas escritas en Grecia durante la Edad de Bronce se documenta el nombre Iawone, que debe de ser la forma micénica del término “jonio”.

Respecto a los aqueos, éstos tenían que estar muy emparentados étnicamente con los jonios, ya que su legendario progenitor, llamado Aqueo, era hijo de Juto y nieto de Heleno, como también lo era su hermano Ión. Los aqueos se extendieron por el sur de Tesalia, Grecia central y la península del Peloponeso, y por ello dieron su nombre a la región de Acaya que se encuentra en el norte de esta península y a otra región de Acaya localizada en Tesalia. Las ciudades de Micenas, Tirinto y Tebas, que fueron los centros más importantes de Grecia durante la Edad de Bronce, pertenecieron a los aqueos, de modo que el nombre de esta antigua tribu helénica se puede encontrar en algunos textos escritos por los hititas y los egipcios durante aquella misma época. La forma hitita de los términos griegos Akhaia y akhaioi (Acaya y aqueos) es ahhiyawa, y la forma que aparece en ciertas inscripciones egipcias es ekwesh. En las tablillas micénicas desenterradas en Grecia se han encontrado los nombres Akawo (semejante a Akhaios o Aqueo) y Akawija (similar a Akhaia o Acaya). También se documentan otros nombres de persona como Akerawo y Ekerawo, formas arcaicas de los antropónimos griegos Aquelaos y Equelaos, que en ambos casos pueden significar “dirigente del pueblo”. Esto nos permite relacionar el nombre de los aqueos con el término griego ekho, que se traduce como “dirigir” o “conducir” en una de sus acepciones, ya que procede de la raíz indoeuropea ag-, la cual tiene el mismo significado. Los poderosos aqueos de la Edad de Bronce, que el poeta Homero evocó tantas veces en los versos de la Ilíada, serían por tanto los “dirigentes” o “líderes” de los griegos. El asentamiento de los aqueos en el Peloponeso como una élite guerrera que impuso su dominio sobre los antiguos habitantes, pertenecientes a las tribus prehelénicas de los pelasgos y los léleges, explicaría muy bien la etimología de su nombre. Respecto al parentesco étnico de los aqueos con otros pueblos indoeuropeos, algunas fuentes griegas del siglo III a C señalan que unos escitas establecidos al norte del mar Negro, más allá del río Don, también eran llamados aqueos.

Por último hay que referirse a los dorios, cuyo nombre está claramente relacionado con el término griego dory que significa “asta de lanza” o “pértiga”, de modo que los dorios serían los “lanceros”. Esta tribu helénica ocupó durante la Edad de Bronce algunos territorios del norte de Grecia, en la región tesalia de Hesteiotis, en los montes Pindo y en otras tierras situadas junto al golfo Malíaco, pero no alcanzaron entonces un nivel de civilización tan alto como el de los jonios y aqueos que vivían más al sur, en las regiones de Ática y el Peloponeso. No obstante, la tradición griega indica que los dorios se desplazaron posteriormente a Grecia central, dando su nombre a la región de Dóride, y desde allí invadieron el Peloponeso, dos generaciones después de que se produjese la legendaria Guerra de Troya. Conquistaron entonces las regiones de Argólide, Laconia y Mesenia, donde ciertamente se habló el dialecto griego de los dorios en épocas más recientes. La arqueología ha confirmado que unos 50 o 60 años después de que la ciudad de Troya, situada en el noroeste de Anatolia, fuese incendiada, Micenas fue asimismo destruida, un hecho que se produjo hacia el año 1140 a C. De acuerdo con los relatos de la tradición helénica, Micenas estaba entonces gobernada por Tisámeno, hijo de Orestes y nieto de Agamenón, el famoso rey que había dirigido a los aqueos contra Troya. El hijo de Tisámeno, llamado Cometes, tuvo que exiliarse en Asia Menor tras la invasión de los dorios, y otros dos bisnietos de Agamenón se establecieron a su vez en Lesbos, una isla del Egeo que realmente fue colonizada por los griegos a finales de la Edad de Bronce, de acuerdo con las tumbas de estilo helénico y con los restos de cerámica micénica del siglo XII a C que se han encontrado en Apotheka, un yacimiento arqueológico de Lesbos.

Con este análisis de las cuatro grandes tribus helénicas, se ha podido poner nuevamente en evidencia que la tradición mítica griega contiene un importante trasfondo histórico.


Nota: El copyright del artículo “Las tribus helénicas” pertenece a Carlos J. Moreu. El permiso para volver a publicar esta obra en forma impresa o en Internet ha de estar garantizado por el autor.