Los textos que se editan en este blog desvelan el fundamento histórico de diversas leyendas y relatos que pueden encontrarse en las fuentes clásicas grecorromanas. Como autor que investiga estas relaciones entre la mitología y la historia, he sido colaborador de la revista HISTORIA-16 entre los años 2001 y 2007 y he publicado, hasta el momento, los siguientes libros:
"La Guerra de Troya: más allá de la leyenda". Ed. Oberón (Grupo Anaya), 2005.
"La Guerre de Troie: au-delà de la légende" (trad. al francés). Ed. Ithaque, 2008.
"Los Hijos de Breogan: historia y leyenda de los pueblos célticos". Ed. Cultivalibros, 2012.

martes, 9 de diciembre de 2014

HÉROES MÍTICOS RELACIONADOS CON LA AURORA

El ciclo legendario de la Guerra de Troya hace referencia a tres personajes relacionados con unas tierras situadas al este del Mediterráneo y con la diosa griega Eos, quien personificaba el amanecer o la aurora. Estos personajes eran el príncipe Memnón y los monarcas orientales llamados Titono y Téutamo. De acuerdo con la tradición helénica, Titono era un vasallo del gran rey Téutamo que se unió a la diosa Eos para engendrar a Memnón, el cual se convirtió en un poderoso aliado de los troyanos y pereció finalmente luchando contra Aquiles.

Como suele ocurrir con la mayoría de los mitos clásicos, estas leyendas tienen un trasfondo histórico que es posible rastrear, analizando las narraciones sobre estos tres personajes y relacionándolas con otros datos conocidos.

EL REY TITONO

Las más antiguas menciones de Titono se encuentran en la Ilíada y la Odisea, ya que el poeta Homero utilizó en ambas obras la siguiente frase para describir el amanecer: “Eos se levantó del lecho, de junto al noble Titono, para llevar la luz a los dioses y a los hombres”. Homero indicaba así que Titono había sido el amante de la diosa Eos. En el canto XX de la Ilíada se dice, además, que Titono era hermano del rey Príamo de Troya.

La tradición griega sobre el origen de Titono se completa con un pasaje del historiador Diodoro Sículo (IV, 75, 4) en el que se narra lo siguiente: “Y Titono, después de emprender una campaña contra aquellas partes de Asia que se encontraban hacia el este y de llegar hasta tan lejos como Etiopía, se unió a Eos, tal como relatan los mitos, para engendrar a Memnón, quien vino en ayuda de los troyanos y murió a manos de Aquiles.”

Así pues, el legendario Titono habría nacido en Anatolia (la actual Turquía) pero se habría establecido posteriormente en otras tierras situadas más al este, en donde nace el sol, junto a la diosa Eos. En el extremo oriental de Asia, Diodoro situó un país llamado Etiopía, a cuyos habitantes no hay que confundir con los etíopes africanos. Debe tenerse en cuenta que el término griego “etíope” significa “de rostro quemado”, y por ello no se aplicaba únicamente a los hombres de piel oscura y cabello crespo que vivían en diversas zonas de África, incluido el alto Nilo, sino también a otros hombres asiáticos de cabello lacio que se asemejaban más a los habitantes de la India. Por ello Herodoto (VII, 70) mencionó a esos etíopes de Asia, que debían de vivir cerca de la India, entre los integrantes del imperio persa durante las guerras médicas. Así pues, la Etiopía asiática a la que se refería Diodoro Sículo podría ser el actual territorio de Pakistán.

Por otra parte, Herodoto llegó a considerar de origen etíope (en VII, 90) a una parte de los habitantes de Chipre, isla situada junto a la costa meridional de Anatolia y no lejos de Siria. Es posible que Herodoto se refiriese en este pasaje a una antigua población chipriota de origen asiático, muy semejante a los sirios.

EL PRÍNCIPE MEMNÓN

Memnón, el mítico héroe que combatió contra los griegos junto a los muros de Troya, era hijo del rey Titono y de la diosa Eos de la aurora, y por ello fue descrito como un “etíope” (un hombre asiático de piel muy oscura). El historiador Herodoto (V, 53-54) indica que la ciudad de Susa, en Persia, fue denominada Memnonia en su honor.

La confusión entre los etíopes asiáticos y los etíopes africanos del alto Nilo, unida a la aparente similitud entre el nombre de Memnón y el del faraón egipcio Amenhotep III, fueron la razón por la que unas grandes estatuas de aquel antiguo faraón, de las cuales aún quedan restos, sean erróneamente denominadas “Colosos de Memnón”.

La intervención de Memnón en la Guerra de Troya había sido narrada por Arctino de Mileto, un poeta épico del siglo VII a C, en la obra titulada Etiópida, que sólo se conoce a través de un resumen de datación tardía. No obstante, el historiador Diodoro Sículo también relató el envío de una gran fuerza para ayudar a los troyanos, cuya ciudad estaba sitiada por los griegos, bajo el mando del príncipe Memnón. Así lo expresa Diodoro en su obra (II, 22): “Y Príamo, que era rey de la Tróade y un vasallo del rey de los asirios, al estar muy presionado por la guerra, envió una embajada al rey solicitando ayuda; y Téutamo envió diez mil etíopes y un número similar de hombres de Susiana además de doscientos carros, habiendo nombrado como general a Memnón, el hijo de Titono.”

Como ya sabemos, el príncipe Memnón era sobrino del rey Príamo, de acuerdo con la tradición griega. El ejército de Memnón habría estado formado por veinte mil hombres y doscientos carros. Ahora bien, en otra obra clásica titulada Dictys Cretensis (IV, 4), se cuenta que el fenicio Falanto dirigió a su vez una flota de guerra contra la isla de Rodas, aliada de los griegos, por orden de Memnón.

Memnón murió en el campo de batalla, al ser vencido por el famoso Aquiles en combate singular, pero existen varias versiones sobre el lugar en que fue enterrado. De acuerdo con la versión más difundida, Memnón fue sepultado en la misma región de la Tróade. Pero en Dictys Cretensis (VI, 10) se dice que después del traslado de sus restos mortales a las islas de Chipre y Rodas, los huesos de Memnón fueron finalmente enterrados en una desconocida localidad de Fenicia (llamada Palioquis) por la hermana de Memnón, cuyo nombre era Himera o Hemera. Por su parte, el geógrafo griego Estrabón hizo referencia en su obra (XV, 3, 2) a un poema de Simónides que se titulaba “Memnón”, en el cual se afirmaba que sus restos estaban sepultados en las cercanías de Palto y del río Badas, junto a la costa siria.

Cabe la posibilidad de que la ciudad de Palioquis, mencionada en el Dictys Cretensis, fuese la misma Palto a la que se refería Simónides, pero esta coincidencia no es segura. En cualquier caso, el hecho de que la tradición clásica llegara a situar la tierra de reposo de Memnón en la costa asiática de Siria permite suponer que éste fuera su verdadero país. Los relatos más antiguos sobre Memnón, anteriores a la época de Homero, podrían haber situado en Siria el territorio donde nace el sol, en el cual la diosa Eos habría engendrado al mítico hijo de Titono, de modo que otras versiones más recientes de la leyenda habrían trasladado el lugar de nacimiento de Memnón a una región situada más al este (como Asiria, Persia o la Etiopía asiática).

De acuerdo con otra tradición, Memnón tenía un hermano llamado Ematión, príncipe a quien mató el griego Heracles cuando este famoso héroe pasaba por Asia, después de haber realizado su undécimo trabajo.

EL REY TÉUTAMO

Ya hemos visto que Diodoro Sículo se refirió a Téutamo como “rey de los asirios” e indicó que Príamo, rey de Troya y hermano de Titono, era vasallo de Téutamo. Por su parte, Homero mencionó en el canto II de la Ilíada a otro ilustre personaje llamado Téutamo, del cual descendían los dos heroicos guerreros que comandaban a los pelasgos, una de las antiguas tribus de la Tróade que se aliaron con el rey Príamo de Troya.

Si se estudia la situación de la península de Anatolia a finales de la Edad de Bronce (el periodo histórico en que los griegos situaban la Guerra de Troya), la principal potencia en esa zona era el imperio hitita, y las fuentes hititas que se conservan han revelado que el rey de Troya o Ilión (llamada Wilusa en dichas fuentes) fue vasallo del gran rey de los hititas, y no del gran rey de los asirios. Estas fuentes históricas también indican que, a finales del siglo XIII a C, los asirios se convirtieron en unos peligrosos enemigos de los hititas y que los antiguos pobladores de Grecia, conocidos como aqueos (o ahhiyawa en la documentación hitita), eran asimismo unos declarados enemigos suyos, y por ello debieron de enfrentarse también a los troyanos.

Se puede pensar por ello que la relación de vasallaje entre el mítico rey Príamo de Troya y el gran rey Téutamo de Asiria (soberano a su vez de Titono, el hermano de Príamo, y de Memnón) es sólo una fábula, ya que no parece encajar con los verdaderos datos históricos. Sin embargo, el estudio de otras fuentes un poco más recientes nos muestra que esa antigua leyenda sí que tenía una base histórica, y que la identificación de Téutamo como un monarca asirio se debe más bien a un comprensible error de interpretación de la información manejada por los historiadores griegos.

En primer lugar, se sabe que los hititas habían establecido su capital, llamada Hattusa, en la parte central de Anatolia, pero también se sabe que este poderoso pueblo había extendido su imperio por amplias zonas de Siria, de modo que los herederos del imperio hitita fueron, a principios de la Edad de Hierro, unos cuantos reinos de Siria que los historiadores conocen como “neohititas”. Entre esos pequeños reinos o ciudades-estado del norte de Siria se encontraba el reino de Kinalua, situado en el valle del río Orontes, un reino neohitita que floreció entre los años 1100 y 740 a C, tras haber heredado la prosperidad comercial que poseyó la vecina ciudad de Alalakh, destruida a finales de la Edad de Bronce. La antigua ciudad de Kinalua (también conocida como Unqi y Patina) ha sido identificada con el yacimiento arqueológico de Tell Tayinat, en el cual se han hallado algunos textos en escritura jeroglífica neohitita. Pero lo más sorprendente de este pequeño reino de Siria es que su primer rey se llamaba Taita, un nombre que se asemeja bastante al de Titono, y su último rey se llamaba Tutammu, otro nombre cuya similitud con el de Téutamo resulta aún más evidente.

También se sabe que en el año 740 a C, el rey Tutammu juró su sumisión al poderoso rey asirio Tiglath-Pileser III, de modo que el reino neohitita de Kinalua pasó entonces a formar parte del imperio asirio. En esa misma época (mediados del siglo VIII a C) había una colonia de comerciantes griegos, llamada Posideon, en la costa donde desemboca el río Orontes. Estos colonos procedían de la región helénica de Eubea, y sin duda habían comerciado con el reino de Tutammu, de modo que ellos pudieron haber transmitido a los historiadores griegos el nombre del monarca “asirio” (originalmente neohitita) Tutammu o Téutamo, perteneciente a la misma dinastía del rey Taita o Titono que sin duda fue uno de los herederos de los grandes reyes hititas, a quienes habían tenido que rendir realmente su vasallaje los antiguos reyes de Wilusa o Troya.

Así pues, los colonos eubeos de Siria pudieron haber introducido en la tradición griega a Téutamo como un monarca oriental mitificado, a quien se identificaría de forma anacrónica con un gran rey hitita (y no asirio) de la época de la Guerra de Troya.

El mito de Titono, un noble originario de Anatolia que se traslada a Asia, encaja muy bien con la expansión del imperio hitita por el norte de Siria, región donde la cultura de los hititas pudo sobrevivir durante más de cuatro siglos hasta alcanzar los tiempos de Homero. Los neohititas fueron finalmente asimilados por otros pueblos de Asia y por ello el término “hitita” acabó cayendo en el olvido (salvo por algunas referencias que aún pueden encontrarse en los textos bíblicos del Antiguo Testamento).

CONCLUSIÓN

Los datos arqueológicos indican que la ciudad de Troya sufrió un gran incendio poco después del año 1200 a C, un hecho que seguramente corresponde a la destrucción de esta ciudad por los aqueos, es decir, por los griegos de la época micénica. Troya había sido un estado vasallo del poderoso imperio hitita, y la rivalidad entre los aqueos y los hititas por controlar las costas de Anatolia, durante el siglo XIII a C, está bien documentada en las fuentes hititas. En este contexto histórico, no es nada extraño que los hititas y sus aliados sirios hubiesen enviado un ejército y una flota para apoyar a los pueblos de la costa asiática del mar Egeo durante aquellos turbulentos años.

Éste sería el verdadero acontecimiento en el que pudo basarse el mito del príncipe “etíope” Memnón (en realidad un noble sirio), el rey Titono (un gobernante hitita de Siria), y el gran rey “asirio” Téutamo (que en realidad representa al poderoso soberano del imperio hitita). En relación con esto, se conserva una carta que fue escrita por el rey de Ugarit, una importante ciudad costera de Siria durante la Edad de Bronce, al rey de la isla de Chipre, carta que data de la misma época en que Troya fue incendiada por un ejército enemigo y en que la guerra y la devastación se extendieron por otras muchas ciudades de Asia. En esa carta el monarca sirio de Ugarit decía lo siguiente: “¿No sabes que todas mis tropas estaban situadas en el país hitita (Anatolia), y que todos mis barcos se encontraban aún en el país de Lukka (la región de Licia, en el sureste del Egeo) y que todavía no han regresado?”. Esa campaña emprendida en Anatolia por el ejército y la flota del reino sirio de Ugarit, vasallo del imperio hitita, puede ser identificada con la mítica campaña dirigida por Memnón para apoyar a su tío y aliado, el rey Príamo de Troya. De hecho la ciudad siria de Palto (la actual ‘Arab-al-Mulk), en donde el poeta Simónides localizó la tumba de Memnón, se encontraba en la misma región costera que la ciudad-estado de Ugarit, la cual fue finalmente destruida de la misma manera que la legendaria Troya.


BIBLIOGRAFÍA

-Fox, Robin L. “Héroes viajeros: Los griegos y sus mitos”, p. 133-149. Barcelona, 2009.
-Harrison, Timothy P. “The Late Bronze/Early Iron Age Transition in the North Orontes Valley”, en “Societies in Transition”, editado por Fabrizio Venturi, p. 83-102. Bolonia, 2007.
-Moreu, Carlos. “La Guerra de Troya: Más allá de la leyenda”. Madrid, 2005.
-Sandars, Nancy K. “Los Pueblos del Mar”, p. 147-149. Madrid, 2005.


Nota: El copyright del artículo “Héroes míticos relacionados con la aurora” pertenece a Carlos J. Moreu. El permiso para volver a publicar esta obra en forma impresa o en Internet ha de estar garantizado por el autor.